
Mons. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo emérito de Toledo, ha publicado una reflexión en el contexto de la crisis generada por el Covid-19.
Lo hace a través de la plataforma “Aéropago Diálogo” que está formada por laicos de diversas procedencias y a través de la cual se quiere subrayar “el importante papel que tienen los medios de comunicación social, el areópago del siglo XXI, en la promoción de la cultura del encuentro”.
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Mons. Rodríguez Plaza titula su artículo de opinión “Reflexión sobre el momento que vive la humanidad con la pandemia del Covid-19”
En su reflexión, Don Braulio invita a meditar sobre el problema del mal. Y habla del dolor, del sufrimiento provocado por esta crisis: “El dolor, la forma de actuar del virus Covid.19, los efectos desconocidos en los infectados y la rapidez de propagación, la reacción de la sanidad mundial con tomas de decisiones que, en el caso de enfermos graves y de los que mueren, dejan en la familia de los pacientes un sentido amargo por no estar cerca de los enfermos y los fallecidos. Junto a ello, ha brillado la profesionalidad y generosidad de médicos, enfermeros y otros profesionales sanitarios realmente admirables, que, además, ha creado en tantísima gente una corriente de resistencia y de gestos heroicos de entrega por los demás, en ocasiones hasta la muerte.”
¿Cómo tratamos a los pueblos más pobres?
El Arzobispo emérito se sirve de la Sagrada Escritura para explicar el mal y el pecado. E invita a que “nos preguntemos cómo hemos vivido, cómo hemos tratado a la naturaleza creada por Dios, cómo tratamos a los pueblos más pobres, por qué seguimos construyendo armas y sobre-explotamos superficies de bosque o de tierras en busca de energías o nuevas formas conseguir cuanto se necesita para las nuevas tecnologías, aprovechándose groseramente de los nativos. Esto no son teorías.”
Orar y no juzgar
Don Braulio Rodríguez, en su reflexión, trae a colación las palabras del Papa Francisco del pasado 27 de marzo en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, para afirmar que “tras escuchar al Papa y leer despacio sus palabras, a mí solo me queda orar y no juzgar. Dirigirme a Cristo y pedirle que sí, que tenemos poca fe; pero que no nos deje solos, porque en nuestro mundo, que Jesús ama más que yo, nosotros, cristianos o no, hemos tal vez avanzado rápidamente en tantos aspectos, sintiéndonos fuertes y capaces de todo.”
Fuerza operante del Espíritu Santo
Mons. Rodríguez Plaza subraya la entrega generosa de muchos sectores de la sociedad: “Quiero ver la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas en médicos, enfermeros y, más aún, enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad del Estado, policía local o nacional, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos otros, que comprendieron que nadie se salva solo. Y cuántos padres y madres, abuelos, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo afrontar y transitar en una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.”
Fuente: Archidiócesis de Toledo
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